Estaba sentado en el borde de una mesa. Esperando sin saber el qué. Viendo a la gente pasar y observando como el tiempo iba pasando, lentamente. Tras muchas explicaciones innecesarias decidió moverse, lo necesitaba.
Entonces ella llegó, y una vez más, el mismo efecto. Si por él hubiera sido habría salido corriendo a por ella, levantarla y decirle todo. Pero no, no se atrevió, temiendo meter la pata.
Ella lo abrazó, haciéndole del día, su día.
[...] Esos ojos[...]
Él la cogió de la mano intentando mostrarle todo con ese pequeño gesto, algo torpe.
Sin embargo.
Jesús
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