Nostalgia. Por algún mecanismo perverso, se termina añorando más lo deseado que lo que de verdad se tuvo. El aire, en otoño, tiende a producirme trastornos de aquella de índole. Quizá porque es la estación en la que la ciudad se muestra más sugeridora, o quizá porque era entonces, en esa época indecisa entre la luz del verano y la desolación del invierno, cuando el adolescente que fui solía imaginar mujeres solitarias que caminaban por calles oscuras. Mujeres a las que, de haber existido y haberme atendido, probablemente no habría sabido qué pedir. Así soy yo.
El Alquimista Impaciente Lorenzo Silva
Albert.
No hay comentarios:
Publicar un comentario