Empecé a caminar. Silencio. Toda la calle desierta, lista para que algo ocurriese. En cierto momento llegué a pensar que había alguien escondido tras un coche. Silencio. Una dulce sinfonía que alivio el más profundo dolor. Silencio, como cada mañana, cada tarde, cada noche.
Yo también sabía esperar hasta el momento en el que el mundo se vino en mi contra. No hace más que reflejar la felicidad ajena ante el mal propio. Llámame loco, seguiré pensando lo mismo. No es que no me alegre, es tan sólo que me doy pena. Pena de dos años tirados a la basura, pena de pasar por los mismos clavos descalzo demasiadas veces seguidas, pena de mí.
Tu momento está al caer o eso intentan hacerte ver cuando te ven triste -en ocasiones para callarte la boca- aunque tu simplemente quieras decir como te sientes...
Y finalmente llego a este lugar. Lo suelto todo y sigo, sigo en esta carrera que perdí en julio sin llegar yo a saberlo.
Albert
3 comentarios:
Te entiendo perfectamente...
No entiendo que con lo que vales estes tan triste -.-
siga corriendo, nunca pare
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