Luz tenue. Llevando poco mas que una camiseta grande, y de espaldas, su cuerpo reclamaba toda la atención de la 709.
La había imaginado tantas veces, que no podía llegar a creérselo. La tenía justo en frente, a ella, toda para él.
Entonces fue cuando el instinto entró en juego. Fue todo tan a la par, que dirían que fue ensayado. Pero no, eran uno. Y no habría cosa en este o en cualquier otro mundo que parase aquel momento.
Descubrió que finalmente, tras mil portazos y algún que otro empujón sin avisar, esta puerta era la suya, y que nadie en este puñetero mundo se iba a sentir como se sintió esa noche.
Nadie.
Jesús
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