jueves, 20 de octubre de 2011

La cima de la ladera


Caminé despacio. Tenía sangre en los pies, de subir ladera arriba. Pero el esfuerzo valió la pena. Nunca había llegado hasta tan lejos, por miedo a que doliese. Tomé aire y con éste, se fue todo y la cabeza quedó hueca.

En una caja quebrada, guardé todo lo que quedaba de mí. No volvería a usarlo en mucho tiempo, de eso estaba seguro. La enterré. Ya nada volvería a salir de ahí, no más dolor, no más tienes que , no a NADA más.

Lancé la llave, con tan mala suerte que se coló en el faro al borde de la ladera. "Un recordatorio más para mi exitosa vida"

El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un cardenal. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa incluso para mí.

3 comentarios:

Jonathan D.F. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jonathan D.F. dijo...

Albert, me quito el sombrero con esta entrada. Un abrazo!

Anónimo dijo...

cuanto peor me encuentro, mejor escribo al parecer... Gracias a ti y que sepas que necesito hablar contigo a la voz de ya y que de mañana no pasa.

Albert